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lunes, 29 de junio de 2015

QUE MALA SUERTE DE FERNANDO VALENZUELA


Por Ricardo Velázquez  Jr.

Temprano, antes de llevar a los niños al colegio, pasaron por Televisa una entrevista reportaje de Fernando Valenzuela, exaltando todas sus hazañas en la Gran Carpa, su paso por Yucatán, faltando el cierre con los Charros de Jalisco, y visto así en perspectiva, se remarca lo que ya sabemos, que Valenzuela es uno, si no es que el más grande pelotero mexicano de todos los tiempos. Obvio Vinny Castilla, Teo Higuera, Reynoso, Beto Ávila y si usted quiere hasta Aurelio Rodríguez, Piña, y otros más levantan la mano, pero ninguno tuvo además de sus números, un fenómeno parecido a la llamada “Fernandomanía” que imperó en Los Ángeles y en las Ligas Mayores en su tiempo. Esa sería una diferencia de peso para nombrarlo el más grande.

La pregunta que vino a mi mente fue; ¿Qué merecería el más grande? ¿Reconocimiento o el olvido? ¿Cuál sería el más grande reconocimiento para un pelotero? ¿La inmortalidad? Es decir, recordarlo para siempre. Eso lo hace el Hall of Fame en los Estados Unidos. Pero a Fernando no le alcanzó para ingresar allá. Bueno, en su propio país era sabido que de calle se llevaría el primer lugar en las votaciones cuando llegara el momento. Pero… ese momento ya llegó. Fue el año pasado. Sí, hace más de un año, cuando fue elegido por el Recinto de la Fama, que viene a hacer las veces del tan maltratado, Salón de la Fama del Beisbol Profesional en México, del cual se sabe poco, más que fue trasladado a Culiacán donde se construye o construyó, o construiría un inmueble inmejorable y que se llevó las placas del Nicho de los Inmortales.

El Recinto, que trabaja (o trabajaba, más bien) en lo que hacía el otrora Salón de la Fama, ya realizó en 2013 una entronización (Monter, Cornelio, Suby, Chito Ríos, Mariscal y… y ya), la primera como “Recinto”, de forma idéntica a la última del “Salón” en 2012, inmortalizando en ese momento a Chico Rodríguez, Alex Ortiz, Valdez Vizcarra y Ángel Moreno.

Pues en ese ya lejano marzo de 2014, en el Pabellón Sopladores del Parque Fundidora, se eligió a Daniel Fernández, Ricardo Sáenz,  Cuauhtémoc Rodríguez y ¿se acuerda a quien más?... pues a Fernando Valenzuela, quienes se entronizarían en julio del año pasado.

Nada más que hubo una diferencia económicas y el proceso que había iniciado en cuanto a sus preparativos se detuvo.

Entendible es que si no estamos de acuerdo en las cantidades que se habían acordado y las que ahora se piden, exista una demora en la construcción del inmueble… en la construcción. ¿Por qué se suspende entonces el proceso de entronización?

Si en 2013 Recinto de la Fama realizó la ceremonia de exaltación sin tener un local propio, no veo la razón lógica para detener indefinidamente las actividades en el nuevo Recinto de la Fama. Suena a capricho, a rabieta infantil, máxime cuando un afamado empresario local se ofreció a pagar la mitad del costo del evento de entronización y fue ignorado.

El silencio es evidente por parte del Salón de la Fama de Culiacán y más aún por el Recinto de la Fama con sede en Monterrey, también de mucha gente del béisbol y/o aficionados al Deporte Rey. Pero lo que particularmente hoy me vibró, es el caso de Fernando Valenzuela.

¿Cómo es posible que se le haga una grosería a tan grande pelotero? Disculpe usted si le suena muy agresivo “grosería”, pero, ¿acaso no es igual de agresivo para Fernando y su cauda de logros ignorarlo de esa manera?

Se elige en marzo de 2014 y ese año no se lleva a cabo su ingreso al Salón de la Fama, o más bien al Recinto, que es lo mismo, pero más barato. ¿Es razón suficiente que no se tiene un inmueble? ¿O es acaso que ya no existe ni el Salón, ni el Recinto?

Al cumplir un año y cuatro meses sin tener noticias oficiales pareciera que ya pasó a mejor vida.

¡Qué mala suerte de Valenzuela! Ser el mejor mexicano y ni en Estados Unidos, donde hizo lo mejor de su carrera, ni en su tierra, se lo reconocen, entronizándolo como merece un tipazo de su jerarquía.

O ¿Usted qué piensa?

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